El otro día conversaba con mi querido Edu Laborda (“Poni-de-los-cojones” en la intimidad), sobre la IA y su papel dentro del mundo del marketing. ¿Nos desplazará? ¿Nos releva? ¿Nos atonta y nos hace desaprender?
Vaya melón que voy a abrir. Ponte cómoda.
Verás, querida, LinkedIn se ha convertido en un carnaval de promesas tecnológicas. Capturas de pantalla de herramientas de inteligencia artificial (IA), hilos sobre productividad milagrosa y CEOS (y CEAS) alardeando prácticamente de cómo han reemplazado equipos enteros con agentes virtuales…
Desde la distancia, parece que todos están triunfando. Pero si te acercas, lo que realmente ves es un desfile lleno de luces brillantes… y ruedas que chirrían.
La realidad es que muchos están improvisando. El síndrome del objeto brillante está en su punto más alto: todos corren detrás de la última herramienta sin saber muy bien qué hacer con ella. Y mientras tanto, los profesionales del marketing más experimentados repiten una frase que ya debería estar tatuada en nuestras mentes: «Aún no estamos ahí.»
La pregunta equivocada
Cuando alguien me pregunta si la IA va a sustituir a los profesionales del marketing, siento que estamos enfocando mal el problema. La pregunta no debería ser «¿Me va a reemplazar?», sino «¿Me superará alguien que la use mejor que yo?». Porque aquí está la verdad incómoda:
La IA no viene a quitarnos el trabajo, pero sí está cambiando las reglas del juego.
Y como en todo cambio, hay quienes se adaptan y quienes se quedan atrás mirando cómo otros avanzan. ¿Tú de qué equipo eres?
Piensa en la IA como ese compañero de trabajo nuevo que llega cargado de energía y con ganas de demostrar su talento. Es joven, rápido y tiene potencial. Pero necesita dirección. Porque si lo dejas solo, te llenará tu mesa y tu email de ideas genéricas y poco útiles. Ahora bien, si te tomas el tiempo de entrenarlo, guiarlo y enseñarle cómo quieres las cosas… ¡ahí sí que puede convertirse en tu mejor aliado!

No nos engañemos: estamos viviendo una fiebre por la IA.
Según HubSpot, su adopción en marketing pasó del 21 % al 74 % en un año. Todo el mundo quiere subirse al tren. Pero aquí está el problema: usar IA no es lo mismo que usarla bien.
Muchos están atrapados en lo lo que les deslumbra (y creo que no debes caer en eso): ven una demo impresionante, copian una consigna y creen que ya son expertos.
Es como darle un bisturí a alguien sin formación médica y pedirle que haga una cirugía (excepto a Eduardo Manostijeras). La herramienta es poderosa, sí. Pero sin conocimiento ni estrategia detrás, solo genera caos.
Si le das basura, obtendrás basura
La IA no piensa por ti ni crea estrategias mágicas.
Lo único que hace es amplificar lo que le das. Si le das basura (indicaciones vagas o datos incompletos), obtendrás basura amplificada. Si le das claridad y dirección, obtendrás resultados útiles.
Por eso digo que la IA es como un copiloto: te ayuda a llegar más rápido y con menos esfuerzo, pero tú sigues siendo quien pilota el avión.
La estrategia sigue siendo humana.
El tono sigue siendo humano.
La conexión emocional sigue siendo humana.
Al menos por el momento.
Si queremos liderar esta revolución tecnológica (y no quedarnos mirando desde la acera), necesitamos aprender a bailar con la IA y enseñarla a qué tipo de música nos gusta.
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Juega y curiosea: vivimos en la era de la exploración, así que experimenta con las herramientas que hay disponibles, prueba GPT personalizados, explora límites y juega con las posibilidades.
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Crea tu sistema: No uses la IA como algo puntual; intégrala en tu flujo de trabajo diario. Configura procesos repetibles y adapta las herramientas a tu estilo. Ella a tu servicio y no tú al servicio de ella!
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Comparte tus hallazgos: Trabaja en público; tus experimentos pueden inspirar a otros.
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Afina los resultados: Nunca publiques directamente lo que genera una IA. Dale tu toque personal; hazlo tuyo. Entrénala que así aprende.
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Documenta todo: Cada aprendizaje es oro puro para construir sistemas escalables.
El futuro pertenece a los valientes
La IA aún está lejos de ser perfecta; falla más veces de las que acierta y su rendimiento es inconsistente. Pero justo ahí radica nuestra oportunidad: mientras otros se pierden en el ruido o se frustran con sus limitaciones, nosotros podemos hacer el trabajo menos glamuroso pero más valioso: probar, iterar y construir sistemas sólidos.
Para mí, ahí está la clave, querida.
La IA no va a reemplazarnos. Va a ser nuestra compañera de baile. Nos va a hacer más ágiles, más precisos, más eficientes. Pero la melodía, el ritmo, la pasión… eso lo ponemos nosotros.
Así que la próxima vez que oigas a alguien decir que la IA va a quitarnos el trabajo, recuérdale que un pincel no pinta solo, por muy avanzado que sea. Necesita la mano y el corazón del artista.
En el marketing del futuro, la IA será nuestro pincel superinteligente. Pero la obra de arte, esa la seguiremos creando nosotros. Si algo nos ha enseñado esta revolución tecnológica es que las herramientas no hacen al artista; son los artistas quienes transforman las herramientas en magia.
Y tú, ¿qué opinas?
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